Nunca voy a olvidar la noche anterior a tu nacimiento. Salía de la facultad a las once de la noche y mis amigos como de costumbre me dejaron en casa. Al bajarme me gritaron: suerte mañana! Me dormí soñando con tu llegada...
Nachito, naciste un 20 de octubre de 2006, a las 9.30 hrs. en el Hospital Británico. El día estaba hermoso, soleado, corría una brisa super agradable. La sala de espera estaba ocupada enteramente por la familia Aguiar y Castro: tus nonos, tías y tío favorito. Tus papas entraron a la sala de parto. Había que esperar una hora para verte y la verdad es que fue una de las más largas en mi vida. Para matar el tiempo, salimos los fumadores a la calle a conversar un rato. Noté que ese día Avenida Italia estaba más transitada que nunca... tal vez nunca me había puesto a pensarlo, pero igual no tenía importancia.
El mate pasaba de mano en mano, y vos aún no aparecías. Cada momento quedaba registrado en la cámara de alguno de nosotros. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto que denotaba nervios y ansiedad, pero también una inmensa felicidad.
Tu papá apareció por el corredor, con el gorrito verde y la bata blanca que caracteriza a los padres cuando entran al parto, la conocen? Fue muy gracioso verlo llegar, pero al verle su expresión todos entendimos que eras hermoso y que iba a recordar ese momento para siempre, él había quedado sin palabras. Tu mamá aún no aparecía, pero de todas formas nos enteramos de las lágrimas que derramó al verte por primera vez. Nos pusimos todos en fila como “bobos” a esperar que abrieran las cortinas de la sala donde te estaban arropando. Más “bobos” quedamos cuando las abrieron y todos empezamos a comentar lo hermoso que eras. Creo que las enfermeras llegaron al punto de temernos!
Llegaste para recordarnos la magia de la existencia. Sos la inocencia purificada, la debilidad de cada uno de nosotros. Es inexplicable lo que puede despertar un nacimiento. Llenaste con amor y dulzura cada rinconcito oscuro, cada sombra, cada preocupación.
Completaste nuestras vidas en todos los sentidos, algo que es imposible de comprar. No tengo palabras para describir lo que representas hoy para mí. Nunca lo imaginé. Por ser el mejor regalo que alguna vez recibí, gracias sobrino!
Nachito, naciste un 20 de octubre de 2006, a las 9.30 hrs. en el Hospital Británico. El día estaba hermoso, soleado, corría una brisa super agradable. La sala de espera estaba ocupada enteramente por la familia Aguiar y Castro: tus nonos, tías y tío favorito. Tus papas entraron a la sala de parto. Había que esperar una hora para verte y la verdad es que fue una de las más largas en mi vida. Para matar el tiempo, salimos los fumadores a la calle a conversar un rato. Noté que ese día Avenida Italia estaba más transitada que nunca... tal vez nunca me había puesto a pensarlo, pero igual no tenía importancia.
El mate pasaba de mano en mano, y vos aún no aparecías. Cada momento quedaba registrado en la cámara de alguno de nosotros. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto que denotaba nervios y ansiedad, pero también una inmensa felicidad.
Tu papá apareció por el corredor, con el gorrito verde y la bata blanca que caracteriza a los padres cuando entran al parto, la conocen? Fue muy gracioso verlo llegar, pero al verle su expresión todos entendimos que eras hermoso y que iba a recordar ese momento para siempre, él había quedado sin palabras. Tu mamá aún no aparecía, pero de todas formas nos enteramos de las lágrimas que derramó al verte por primera vez. Nos pusimos todos en fila como “bobos” a esperar que abrieran las cortinas de la sala donde te estaban arropando. Más “bobos” quedamos cuando las abrieron y todos empezamos a comentar lo hermoso que eras. Creo que las enfermeras llegaron al punto de temernos!
Llegaste para recordarnos la magia de la existencia. Sos la inocencia purificada, la debilidad de cada uno de nosotros. Es inexplicable lo que puede despertar un nacimiento. Llenaste con amor y dulzura cada rinconcito oscuro, cada sombra, cada preocupación.
Completaste nuestras vidas en todos los sentidos, algo que es imposible de comprar. No tengo palabras para describir lo que representas hoy para mí. Nunca lo imaginé. Por ser el mejor regalo que alguna vez recibí, gracias sobrino!