lunes, 30 de abril de 2007

El mejor regalo


Nunca voy a olvidar la noche anterior a tu nacimiento. Salía de la facultad a las once de la noche y mis amigos como de costumbre me dejaron en casa. Al bajarme me gritaron: suerte mañana! Me dormí soñando con tu llegada...
Nachito, naciste un 20 de octubre de 2006, a las 9.30 hrs. en el Hospital Británico. El día estaba hermoso, soleado, corría una brisa super agradable. La sala de espera estaba ocupada enteramente por la familia Aguiar y Castro: tus nonos, tías y tío favorito. Tus papas entraron a la sala de parto. Había que esperar una hora para verte y la verdad es que fue una de las más largas en mi vida. Para matar el tiempo, salimos los fumadores a la calle a conversar un rato. Noté que ese día Avenida Italia estaba más transitada que nunca... tal vez nunca me había puesto a pensarlo, pero igual no tenía importancia.
El mate pasaba de mano en mano, y vos aún no aparecías. Cada momento quedaba registrado en la cámara de alguno de nosotros. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto que denotaba nervios y ansiedad, pero también una inmensa felicidad.
Tu papá apareció por el corredor, con el gorrito verde y la bata blanca que caracteriza a los padres cuando entran al parto, la conocen? Fue muy gracioso verlo llegar, pero al verle su expresión todos entendimos que eras hermoso y que iba a recordar ese momento para siempre, él había quedado sin palabras. Tu mamá aún no aparecía, pero de todas formas nos enteramos de las lágrimas que derramó al verte por primera vez. Nos pusimos todos en fila como “bobos” a esperar que abrieran las cortinas de la sala donde te estaban arropando. Más “bobos” quedamos cuando las abrieron y todos empezamos a comentar lo hermoso que eras. Creo que las enfermeras llegaron al punto de temernos!
Llegaste para recordarnos la magia de la existencia. Sos la inocencia purificada, la debilidad de cada uno de nosotros. Es inexplicable lo que puede despertar un nacimiento. Llenaste con amor y dulzura cada rinconcito oscuro, cada sombra, cada preocupación.
Completaste nuestras vidas en todos los sentidos, algo que es imposible de comprar. No tengo palabras para describir lo que representas hoy para mí. Nunca lo imaginé. Por ser el mejor regalo que alguna vez recibí, gracias sobrino!

domingo, 22 de abril de 2007

The Scientist by Coldplay

Come up to meet you, tell you I'm sorry
You don't know how lovely you are

I had to find you
Tell you I need you
Tell you I've set you apart

Tell me your secretsA
nd ask me your questions
oh, let's go back to the start

Running in circles
Coming in tales
Heads on a science apart

Nobody said it was easy
It's such a shame for us to part
Nobody said it was easy
No one ever said it would be this hard

oh, take me back to the start

I was just guessing
At numbers and fingers
Pulling the puzzles apart

Questions of science
Science and progress
Do not speak as loud as my heart

Tell me you love me
Come back and haunt me
Oh, and I rush to the start

Running in circles
Chasing our tails
Coming back as we are

Nobody said it was easy
Oh, it's such a shame for us to part
Nobody said it was easy
No one ever said it would be so hard

oh, take me back to the start...

Mi primer regalo...

“UN REGALITO PARA EL ALMA” fueron las palabras que ayer por la noche de sábado lluviosa, una muy buena amiga me dijo cuando le conté algo muy curioso que me había sucedido. Esta mágica frase fue la que me dio el coraje para comenzar a escribir en este dichoso blog. ‘Desnudar el alma’ no suele ser algo tan sencillo como a veces parece. De todas formas acá estoy, escribiéndoles en un deprimente domingo de lluvia.
“NOBODY SAID IT WAS EASY”, tema interpretado por Chris Martin, vocalista de la banda Coldplay es lo que está sonando ahora en mi equipo. Una taza de café caliente y un cigarro es lo que me acompaña en esta especie de aventura que estoy por emprender. “Nadie dijo que era fácil”, que verdaderas y realistas suenan estas palabras al escucharlas...
Si hay una realidad que no me deja dormir hoy, es saber que nada es fácil, sino todo lo contrario, creo que todo se torna cada vez más difícil, y lo más inquietante es que no podemos hacer nada para controlarlo. Recuerdo hace unos pocos años... la vida parecía sencilla, muy cuadrada, todo encajaba en su lugar. Creo que todos pensábamos en crecer, asistir a una facultad, conocer a la persona correcta PARA SIEMPRE, tener hijos, conseguir un trabajo bien pago para el resto de nuestras vidas, el cual nos permitiría mantener de la mejor forma a nuestra familia y darse todos los gustos. Luego llegaría el momento en que nuestros hijos se fueran de casa, pero como recompensa nos harían abuelos. Por último la jubilación, disfrutar los últimos años y bueno... después la “no esperada” muerte tocaría a nuestra puerta, pero siempre fue mejor no pensar en ella aunque todos sabemos que existe y es inevitable. De esta manera se cerraría el círculo, de forma perfecta e inmaculada.
Lo que nos olvidamos es todo lo que transcurrimos para alcanzar este “sueño”: desilusión, tristeza, inseguridad, ansiedad, culpa, maldad, egoísmo, locura, muerte, vacío, engaño, cansancio, stress, miedo, mentiras, entre muchos otros sentimientos que serían imposible describir. Nadie nos prepara para esto, pero la verdad es que muchos de ellos conviven con nosotros en el día a día, algunos nunca se van, otros llegan de repente. Pero cuando miro hacia mis costados, y para mi misma, todos nos hemos acostumbrado a coexistir con ellos y lo más impactante es que aceptamos que la alegría es un sentimiento que mucho tiene de momentáneo, mientras que el dolor muchas veces llega para quedarse, para instalarse en nuestras profundidades. De todas maneras, estos no serían lo que son uno sin el otro, juntos conviven y conforman el equilibrio que nos mantiene y da cuerda. Piénselo por un momento y verán que tengo razón.
Hace algunos días tuve una conversación con alguien que quise mucho y que significó mucho en mi vida, en todos los aspectos, una de esas personas que de alguna forma siempre las vamos a recordar con un antes y un después, una de esas personas que cuando aparecen, nunca se van. Después de muchos años sin hablar, y con tanto rencor en ese entretiempo, por fin llegaron aquellas mágicas palabras que transmitieron tranquilidad a mi alma y paz a mi mente. Una especie de recompensa, la cual demuestra y comprueba que cuando actuamos con convicción, vale la pena. Así fue que pude perdonarme a mi misma. Fue así que recibí un regalito para el alma. Y es de estos regalitos que está hecha la vida, estos pequeños momentos que nos satisfacen como ninguna otra cosa, esos encuentros que nos renuevan y son los que nos hacen sentir vivos.
Dejemos de esperar nuestro próximo trabajo que nos de más dinero, el próximo examen para estar al día, la próxima persona que nos complete de una vez por todas, la próxima llamada, la próxima semana... Detengámonos a pensar que lo que somos, es lo que somos ahora.
Por acá voy terminando. Esto fue lo que hoy domingo 22 de abril del 2007 quise transmitirles. No tengo más nada para decir, excepto que dejen de esperar, el ahora es lo que existe, y a veces ni eso. Hasta la próxima.